ANTONIO
J. VALDEZ MEDERICO
ajvmederico@gmail.com
Diciembre
2016
Esto que leerán no es producto de mi autoría, es si, una
transcripción de las “Venas Abiertas de América Latina” del inolvidable Eduardo
Galeano, parido en la Uruguay que hoy parece jugar el papel que cumplió durante
la Guerra de la Triple Alianza, solo que aquella fue contra el Paraguay y hoy
contra Venezuela. La idea es la de que podamos comparar después de 45 años de
haber visto la luz este extraordinario documento que no ha llegado a la memoria
de la gente de los pueblos y al que cada día tratan de alejarlo mas..
"Aunque su participación en el mercado mundial se ha reducido a la
mitad en los años sesenta, Venezuela es todavía, en 1970, el mayor exportador
de petróleo. De Venezuela proviene casi la mitad de las ganancias que los
capitales norteamericanos sustraen a toda América Latina. Este es uno de los
países mas ricos del planeta y, también, uno de los mas pobres y uno de los mas
violentos. Ostenta el ingreso per cápita mas alto de América Latina, y posee la
red de carretera mas completa y ultramoderna; en proporción a la cantidad de
habitantes, ninguna otra nación del mundo bebe whisky escoces. Las reservas de
petróleo, gas y hierro que su subsuelo ofrece a la explotación inmediata
podrían multiplicar por diez la riqueza de cada uno de los venezolanos; en sus
vastas tierras vírgenes podría caber, entera, la población de Alemania o
Inglaterra. Los taladros han extraído, en medio siglo, una renta petrolera que
duplica los recursos del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa; desde
que el primer pozo de petróleo reventó a torrentes, la población se ha
multiplicado por tres y el presupuesto nacional por cien, pero buena parte de
la población, que disputa las sobras de la minoría dominante, no se alimenta
mejor que en la época en que el país dependía del cacao y del café. Caracas, la
capital, creció siete veces en treinta años; la ciudad patriarcal de frescos
patios, plaza mayor y catedral silenciosa se ha erizado de rascacielos en la
misma medida en que han brotado las torres de petróleo en el lago de Maracaibo.
Ahora, es una pesadilla de aire acondicionado, supersónica y estrepitosa, un
centro de la cultura del petróleo que prefiere el consumo a la creación y que
multiplica las necesidades artificiales para ocultar las reales. Caracas ama
los productos sintéticos y los alimentos enlatados; no camina nunca, solo se
moviliza en automóvil, y ha envenenado con los gases de los motores el limpio
aire del valle; a Caracas le cuesta dormir, porque no puede apagar la ansiedad
de ganar y comprar, consumir y gastar, apoderarse de todo. En las laderas de
los cerros, mas de medio millón de olvidados contempla, desde sus chozas
armadas de basura, el derroche ajeno. Relampaguean los millares y millares de
automóviles ultimo modelo por las avenidas de la dorada capital. En vísperas de
las fiestas, los barcos llegan al puerto de la Guaira atiborrados de champaña
francesa, whisky de Escocia y bosques de pino de Navidad que vienen del Canadá,
mientras la mitad de los niños y los jóvenes de Venezuela quedan todavía, en
1090, según los censos, fuera de las aulas de enseñanza” ( p.180 -181).
Tiene su sentido ante la lucha de hoy por parte del gobierno
revolucionario y bolivariano, ante las apetencias del poder mundial con la
novísima estrategia de atacar con la propia gente favorecida por las políticas
publicas inclusivas y eminentemente social, adaptada a las nuevas tecnologías y
a los intentos de salir del subdesarrollo en que los países desarrollados
mantienen al resto del mundo utilizando los recursos de este.
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