LA INTERVENCION EN VENEZUELA
Domingo Sánchez P
El título de este trabajo, pareciera una novedad, aún
cuando no lo es. Y lo decimos porque ya
desde mediados del Siglo XIX habíamos topado con el naciente Imperio, no
solamente en la época desde nuestra Guerra de Independencia sino después,
cuando existían las nuevas repúblicas, liberadas por Simón Bolívar acompañado
de los pueblos. En efecto, a finales de
dicho Siglo, comenzaron las intervenciones a través de las, para esa época,
medianas empresas estadounidenses.
Este tema, de larga trayectoria en Venezuela, como en
otros países de América Latina y especialmente en el Caribe, tuvo su más
reciente participación, nada más y nada menos que en el reciente proceso
electoral del 7 de octubre pasado. Cuando el pueblo reelegía al Presidente Hugo
Chávez, quien tenía como contendor, a un
abogado de triste presencia, quien en
nombre del Imperio y de la extrema derecha de Venezuela (y del mundo) lo
enfrentaba.
Estas elecciones del 2012, tuvieron un enfoque
radialmente diferente a las anteriores: se trataba de votar a favor de la
creación de las bases del socialismo o la continuación del sistema signado por
el capitalismo. Como era de esperarse,
se convocaron en ellas, dos versiones de país: la liberación o la sumisión. Los
resultados fueron: Hugo Chávez 8. 062.068 equivalentes al 55.1
%. Su oponente Miguel Capriles 6.468.450 correspondiente al 44.2 %.
Pues
bien, el Imperio estadounidense gastó, oficialmente, 30 millones de dólares,
los cuales fueron entregados a sus
secuaces venezolanos, que los hay como en otros países. Gente que “vende su
alma al infierno”, como dirían los antiguos españoles.
A ello se les unió financieramente por supuesto, la derecha vernácula, la
de América Latina y también contamos con la “valiosa” ayuda de lo más rancio de
la extrema derecha europea, campeando por supuesto la de España, a través de la
organización del tristemente célebre pequeño caudillo José María Aznar y su
combo, como decimos en Venezuela.
Tanta cantidad de dólares norteamericanos, provenientes
del Estado, fluyó a través de los Partidos:
Primero Justicia y Voluntad Popular y sus líderes, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, Copei y otros pequeños partidos de toda laya,
agrupados en un parapeto que crearon llamado pomposamente Mesa de la Unidad o MUD.
Pues bien, el Imperio aplicó toda una guerra psicológica,
de las que sabe usar, la cual consistió, en su fase final para el 7 de octubre,
día de las elecciones, aun conociendo que, a través del 90% de las Encuestas realizadas
a lo largo de todo el proceso, se anunciaba con perfecta claridad el triunfo de
Chávez, en lo siguiente:
Ese día, 7 de octubre, a eso de las 3 de la tarde, aún estando el
proceso de las votaciones en plena faena, el Partido Primero Justicia,
anunciaría que ya su candidato estaba ganado por varios cientos de miles de
votos. Y ciertamente, a pesar de la prohibición expresa de la Ley Electoral
vigente en Venezuela que prohíbe
adelantar resultados no oficiales, produjeron con la ayuda del diario español El País
tal noticia, la cual fue repetía inmediatamente por todos los medios telemáticos
de la derecha del mundo. El plan continuaba así: A eso de las 6 pm la tal Mesa
de la Unidad convocaría una rueda de prensa internacional, anunciando el
triunfo adelantado de la derecha, pero además llamando a sus seguidores (ya
preparados) a organizarse para “defender los resultados” siguiendo el esquema yanqui mencionado. O dicho en otras palabras, ganando
el Presidente Chávez, como en efecto ellos lo sabían, era fácilmente
comprensible que se produciría un enfrentamiento violento de los partidarios de
la derecha y el resto del pueblo. Eso es
lo que explicaba para los venezolanos, el “interés” y la presencia de tantos
medios norteamericanos y de latino-américa,
pero sobre todo europeos (alrededor de
10.000 reporteros) para que registrasen el estallido de una probable guerra
civil en Venezuela.
Afortunadamente, algunos derechistas venezolanos, no
intoxicados mentalmente por las campañas
diseñadas y aplicadas del Imperio, lograron imponer su voluntad en la MUD y
evitar una confrontación entre el pueblo venezolano, que quien sabe cuánta
sangre y víctimas hubiera costado.
De todo esto se desprende una enseñanza para todos los
gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe (no solamente el de Venezuela:
La mano del Imperio estadounidense se hizo presente y, lo continuará haciendo, hasta que los pueblos
despierten (incluso el propio pueblo estadounidense) y actúen en su propia
defensa, frente a este fenomenal monstruo.