Richard
J Najul M
Al echar una mirada retrospectiva a nuestra vida en el
planeta; desde dos perspectivas: nuestra vida humana y con ella el impacto al
planeta, nos lleva, al menos, a dos conclusiones:
a)
La vida humana, históricamente, ha sido caótica
y lo sigue siendo.
b)
El planeta ha sufrido un deterioro y
desequilibrio, que amenazan con el aniquilamiento de la vida en éste.
Veamos…
Ya desde los orígenes, la vida para los primeros
habitantes no fue fácil. Se enfrentaron a los elementos de la Naturaleza y a los
predadores (los enemigos naturales). Morían bajo todo tipo de fieras. Aun desde
el tiempo cuando dominaron el fuego y
mejores utensilios morían a causa de aquellos. Por aquel tiempo vivían
en grupos aislados y con diferentes grados de desarrollo; unos atacaban a otros
para apropiarse del fuego, aprovisionamiento y mujeres, o dominarlos. Hubo
pequeños pero poderosos imperios que dominaban a otros para esclavizarlos, otros,
para defenderse tuvieron que hacerse guerreros. Así que prontamente los seres
humanos entraron en guerras continuas.
La esclavitud fue la primera forma de dominación y modo de
producción de los enclaves humanos de estructuras complejas y castas
hegemónicas. Y se propagó por grandes extensiones del planeta, hasta el siglo XIX
(19), pero ya desde el XI había hecho aparición el feudalismo. Antes hubo
tragedias humanas durante los imperios Chino (hace 6.000 años), Egipcio, Persa,
Romano, Hunos, Barbaros, Moros, los Otomanos, etc.
Mediando el siglo XV surgió el mercantilismo, coexistiendo
con el esclavismo y el feudalismo, y en 1.800 ya teníamos el capitalismo en
pleno desarrollo.
Entre los 1.400 y los 1.800 ocurrieron las conquistas y
las guerras en Europa (Francia, España, Inglaterra, Alemania); la dominación
por el opio, en China y regiones circunvecinas (entre esclavismo, feudalismo y
capitalismo). También la muerte por asesinato e invasión de los indígenas
americanos (por decenas de millones) desde norte, centro, sur y el Caribe, mas
las guerras de independencia. El surgimiento del imperialismo estadounidense.
También en 1914 la segunda primera guerra mundial, luego
la segunda guerra y el holocausto judío por Alemania. Sólo Rusia perdió 30
millones de hombres y anótese Nagasaki e Hiroshima; la bomba atómica y sus
secuelas.
Luego la guerra fría, Vietnam, Israel-Egipto, Chechenia,
Bosnia, Irak, Afganistán. Libia, Siria, invasiones, todo esto último en
nuestros días.
Pero hay otras formas de acción letal no solo para la vida
humana, si no a la fauna y la flora: el hábitat de la humanidad. Son guerras
silenciosas; los daños a la Tierra, al planeta por causa de la
industrialización, el manejo irresponsable de los métodos y técnicas para el
procesamiento de materias y diversos recursos. Virus fuera de control,
proyectos de manipulación de energías como el HARP, que como se sabe es una
tecnología para dirigir ondas electromagnéticas a puntos seleccionados de la
corteza terrestre y causar sismos, por ejemplo, con el fin de debilitar y
desestabilizar países e invadirlos pasivamente con el pretexto de prestar apoyo
o ayuda.
Lo cierto es que el planeta se encuentra en una condición
de deterioro, desertificación, deshielos, contaminación, perdida de cursos y
masas de agua, extinción de especies biológicas, el cambio ambiental, etc. Todo,
producto de un desbastador uso y aprovechamientos de recursos naturales y
empleo de elementos contaminantes, naturales o creados, para logros económicos
capitalistas y militares, por parte de las naciones poderosas con sus ansias
imperialistas.
A estas alturas hay
protestas en casi todo el planeta; seres humanos, hombres y mujeres que viven
mal y que ven degradar su modus vivendi, reclaman a las naciones dominantes
y sus propios países: respeto, dignidad,
libertad, cambio de vida humana.
Las economías capitalistas se derrumban; el viejo estilo
de vida, desde los inicios de la humanidad, está proscrito, debe acabar. Ya, no más dominadores y dominados.
Las consciencias despertaron y exigen una vida de
convivencia centrada en el Ser Humano, para y por el cual vivir.
Poner el Ser Humano en el centro, implica valorar y
reconocer a cada individuo como integrante, coparticipe del conjunto de la
humanidad. Si esto es así, todos somos iguales y tenemos los mismos derechos,
lo que conlleva a la convivencia solidaria y a la alianza internalizada y
reciproca, de apoyarnos los unos a los otros para mejor vivir, que todos
dependemos de todos; de respeto, aceptación y reconocimiento de los derechos a
la vida y todos los demás derechos humanos.
Esto es el socialismo que significa la convivencia humana
con base en la práctica de la alianza; por tanto una visión, actitud y postura
totalmente humanística que lleva inevitable y necesariamente a la inaceptación
de cualquier forma o tipo de acción que rompa, restrinja o atente cualquier
derecho humano, pero también a promover todo acto, forma o hecho que asegure la
satisfacción y ejercicio pleno de todos los derechos humanos, y esto es la
ética humanista que es también la ética socialista.
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