viernes, 15 de marzo de 2013

TU PASO COMANDANTE





Leonel Hernández

¡Comandante ¡ rayo que le quitaste toda la oscuridad a este ombligo de la patria grande. Que le diste esperanza al soldado – pueblo, que la traía de años en su espalda, y, allí al amanecer se la colocó en el pecho. ¡Comandante! que entendiste que comandar es colocar el sudor del indio, del negro, del niño, de la mujer, del anciano, antes que el refinado petróleo de exportación.

, que nos enseñaste a borrar la palabra servidumbre, y, llevarla al otro lado del río; y, allí contigo quemarla, con barcas de Benedetti, para no usarla jamás.

Que le enseñaste al hombre del campo, la diferencia de lo rural, en oficina burguesa, y que la tierra húmeda con surco y semilla, da  fruto en manos, de los que siembran.

¡Comandante! te vemos cada día, porque  cada día sale el sol/ porque cada día sonrío/ porque cada día llevo a mi hijo a la escuela/ porque me sacudo la nada, el vacío al saber que existe la esperanza/ comandante estarás  en el amanecer, en la mirada cierta de la lluvia que caerá para aliviar la pena; hacer los mundos y los sueños de muchos, de todos; los de la patria. Fuiste, eres y serás, un comandante de trueno/ de lo extraordinario en la rutina.

Que la niña lloraba y era tu causa/ que la madre cantaba/ y, era tu causa/ que la calle, del hombre – parche/ era tu causa.

Gracias siempre Comandante por enseñarnos que somos dignos, que existiendo empalizadas no somos aves de corral domesticadas, y, que los otros entiendan que hasta Dios es común (Baudelaire) y no solo para ellos cuando rezan.

¿Por qué hijos tan viles, de una cariñosa patria? ¿Vienen tus hijos viles de otra patria vil?. Cuando te nombro  comandante - será a diario-  es estar en el acantilado de mi pueblo chico y, lanzarme con  brazos alados, a la dulce posa de la patria/ y, en ese vuelo comandante, verte/ dando la palabra, que es el pan y, el  pan con su palabra adentro. 

Te vi cantando comandante / te vi entregar corazones al pueblo, y, cuando todos lo teníamos / lo abrimos y allí/ en letras grandes leímos:
…no somos dos extraños /tus lágrimas, yo las enjugo/ haré con ellas el río de nuestra América para que nuestros hijos naveguen siempre./ en esa barca fuerte de los sueños, tejidos los brazos de los hombres, mirando al sur, y … remando de pies/
… a seguir tú paso Comandante…   

                 Queda tú huella sea para todo - para todos / Comandante.
 


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