Leonel Hernández
¡Comandante ¡ rayo que le quitaste toda
la oscuridad a este ombligo de la patria grande. Que le diste esperanza al soldado – pueblo, que la traía de años
en su espalda, y, allí al amanecer se la colocó en el pecho. ¡Comandante! que entendiste que comandar
es colocar el sudor del indio, del negro, del niño, de la mujer, del anciano,
antes que el refinado petróleo de exportación.
Tú, que nos enseñaste a borrar la palabra
servidumbre, y, llevarla al otro lado del río; y, allí contigo quemarla, con
barcas de Benedetti, para no usarla jamás.
Que
le enseñaste al hombre del campo, la diferencia de lo rural, en oficina
burguesa, y que la tierra húmeda con surco y semilla, da fruto en manos, de los que siembran.
¡Comandante! te vemos cada día, porque cada día sale el sol/ porque cada día sonrío/
porque cada día llevo a mi hijo a la escuela/ porque me sacudo la nada, el
vacío al saber que existe la esperanza/ tú
comandante estarás en el amanecer, en la
mirada cierta de la lluvia que caerá para aliviar la pena; hacer los mundos y
los sueños de muchos, de todos; los de
la patria. Fuiste, eres y serás, un comandante de trueno/ de lo
extraordinario en la rutina.
Que
la niña lloraba y era tu causa/ que la madre cantaba/ y, era tu causa/ que la
calle, del hombre – parche/ era tu causa.
Gracias
siempre Comandante por enseñarnos que somos dignos, que existiendo empalizadas
no somos aves de corral domesticadas, y, que los otros entiendan que hasta Dios
es común (Baudelaire) y no solo para ellos cuando rezan.
¿Por qué hijos tan viles, de una cariñosa
patria? ¿Vienen tus hijos viles de
otra patria vil?. Cuando te nombro
comandante - será a diario- es
estar en el acantilado de mi pueblo chico y, lanzarme con brazos alados, a la dulce posa de la patria/
y, en ese vuelo comandante, verte/ dando la palabra, que es el pan y, el pan con su palabra adentro.
Te
vi cantando comandante / te vi entregar corazones al pueblo, y, cuando todos lo
teníamos / lo abrimos y allí/ en letras grandes leímos:
…no somos dos extraños /tus
lágrimas, yo las enjugo/ haré con ellas el río de nuestra América para que
nuestros hijos naveguen siempre./ en esa barca fuerte de los sueños, tejidos
los brazos de los hombres, mirando al sur, y … remando de pies/
… a seguir tú paso
Comandante…
Queda tú huella sea para
todo - para todos / Comandante.
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