Richard J. Najul M
Un
afroamericano no puede ser imperialista, y si hace ese rol es porque está
esclavizado y realiza el trabajo sucio
para el patrón, en nombre de la “democracia y de la justicia”.
Nunca
pude imaginar que, alguna vez en la vida pudiese ver a un afroamericano
expresando su deseo de matar a congéneres, ejerciendo poder imperialista,
oprimiendo a pueblos, sin que la
consciencia de su memoria histórica le dijese que estaría repitiendo la masacre
(y peor) de la que fueron víctimas sus antepasados; menos siendo portador de un
galardón como EL NOBEL DE LA PAZ. Menos, teniendo en contra la mayoría del
pueblo del país que preside y del
Planeta; menos, a sabiendas que las razones que usa como justificación son hechos
productos de un forjamiento, de una mentira. Menos, sin el respaldo ni
aceptación de sus propios aliados.
Además,
con el cinismo y descaro más insólito cuando por las cámaras televisivas expone
al Mundo que su acción no será parecida a lo que él mismo agenció en Libia, ni
lo que otrora en Irak o Afganistán. Vende su propuesta, como quien expone las
bondades de un servicio (exprés) de
destrucción, muy conveniente y barata, de alta tecnología y sin bajas que
sufrir. Además servirá de castigo ejemplarizante, elevará la imagen de autoridad
planetaria de su gobierno y, adicionalmente, la instauración del miedo que las
otras naciones deban tener ante tal autoridad. El rostro de este personaje al
plantear su proyecto es plano, inexpresivo, frio, evidencian un aplanamiento
afectivo, es decir alexetómico, lo cual es un rasgo sociopático.
Por si
fuera poco, esto se pretende hacer desatendiendo las leyes internacionales y saltándose
a la ONU, a las que siempre se recurre (El Imperio) cuando se trata de
manipular, dirigir y controlar a otros Estados. Otro rasgo sociopático.
Un
afroamericano, que lleva en su memoria genética el horror de lo que fueron víctimas
sus congéneres, desde que fueron secuestrados en El África y que se sume en los
valores del fascismo, y que plantea demoler, arrasar, matar, infligir
sufrimiento y desconocer el valor de la vida, sólo puede hacerlo por estar aún
esclavizado por el imperio de siempre, pero no lo sabe porque está eclipsado
por el delirio que le produjo la circunstancia de ser elegido para presidir a
su nación.
Sin
embargo, no pudo llegar a ejecutar tal atrocidad. No, porque no quiso, sino
porque no pudo. Pero después de esto, nunca más, nadie planteo tal pretensión
pues la humanidad despertó a la consciencia y se acabaron las naciones
hegemónicas en el mundo.
hecho real, es pura coincidencia.
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