Domingo
Sánchez P
Entre las noticias desagradables para
los venezolanos que ocasionó la ida del Comandante Hugo Chávez, hay una que,
posiblemente, pasó desapercibida.
En la presidencia de Estados Unidos,
un vocero de Washington se refirió a esa situación, como “un tiempo de retos” declarando, al mismo tiempo, su esperanza que
“de reformas democráticas significativas y el cambio de liderazgo en Caracas,
podría promover una relación constructiva con el gobierno de Venezuela”. Sin embargo, el mismo día 5 de marzo, el
Gobierno Nacional tomaba la decisión soberana de expulsar a dos militares
norteamericanos de alta graduación, adscritos a su Embajada en Caracas, quienes
habían estado promoviendo conversaciones “non sanctas” como algunos oficiales
venezolanos. Es decir, conspirando, para
decirlo en lenguaje claro.
Además, en el Congreso Estadounidense,
la fracción del Partido Republicano, celebraba la partida del Comandante de la
Revolución, Hugo Chávez. Y para muestra un botón: El Jefe del Comité
de Relaciones Exteriores del Senado, de nombre Edward Royce, no tuvo empacho
alguno en declarar “Hugo Chávez era un
tirano que obligó al pueblo de Venezuela a vivir en el miedo. Su muerte mina la
alianza de dirigentes izquierdistas anti-estadounidenses en América del Sur.
Nos hemos librado de este dictador”, es decir, que simplemente, celebraba la
desaparición de un tirano. Pensamos que
esta persona debe ser incluida en la lista de las personas “non gratas” de Venezuela.
Ante este bochornoso incidente de este
representante del Partido Republicano, el cual es financista, a través de su brazo internacional, del Partido Primero Justicia, en la persona
de sus más encumbrados personajes, desde hace mucho tiempo. Es decir, que el viejo refrán “dime con quién
andas y te diré quién eres” expresa muy bien quienes son los enemigos. Ello es la expresión de una forma de
injerencia en los asuntos internos de Venezuela, que aún estando fuera de la
Ley venezolana, como es recibir financiamiento externo para las campañas
electorales, entre otras, pretenden erigirse en árbitros tanto del Consejo Nacional
Electoral –CNE- como de otros Organismos cuya misión es, por
definición y por tradición, cuidar y preservar todos los procesos electorales
que se realicen legalmente, dentro del País.
Y para colmo, declaran paladinamente a diario, que ellos respetan y
defienden la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. Sin
embargo, no pueden negar su estirpe como reaccionaria y representantes, como su
candidato presidencial, del Departamento de Estado, según afirmaciones de la
Jefa de Asuntos Occidentales, señora Roberta Jaccobson, quien por primera vez
en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, se atrevió a
declarar públicamente, que “Capriles sería un buen Presidente”. Es decir, que ahora será imposible que el
candidato de la oposición y a su Partido político de la derecha extrema,
Primero Justicia, negar o rechazar tal designación por parte del
Imperialismo y menos aún, repudiar
tamaña injerencia. Es decir en pocas
palabras, que Capriles es el candidato
del Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos, cosa que ellos
han negado constantemente. ¿Y entonces? Se
les cayó la máscara, desvergonzados.
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